El pasado martes 3 de noviembre fui a un encuentro de Antoni Muntadas con estudiantes de arte y arquitectura en el consejo de la cultura en valparaíso. Cuando me retiré, camino a la muestra de la residente en Espacio G, Andrea Fernández, pensé en el principio de la dicotomía entre la planificación calculada y el trabajo de planificación no centrada rigurosamente.
Porqué pensé esto? Tres días antes se había realizado el término del encuentro de arte sonoro Tsonami 2009 (en el que participé en la producción), y lo que escuché en el encuentro de Muntadas me hizo hacer una comparación entre las “génesis” de cada uno de las dos situaciones, viéndolas dentro de una especulación (en el sentido de adentrarse) en la intención de traer a Muntadas.
Lo primero que me percato es el cálculo del coordinador (a la conversación con los estudiantes) con respecto a lo casi determinado que estaba lo concerniente a las posibles lecturas o análisis expansivos que se podían o no generar en ese momento. O sea, la estructura del análisis tenía un encause ya pensado, y quizás casi solucionado conceptualmente desde antes. El punto era la reflexión en torno a lo urbano desde una intención interdisciplinar (principalmente arte-arquitectura). Lo urbano, en este caso, el habitar físico en que nos movemos, las relaciones públicas que se dan en torno a esto, se centraban en el análisis duro (no profundo, pues fue una exposición muy rápida, tipo pincelada) de las construcciones e intervenciones en torno, o a través de nuestras relaciones físicas con el medio. Sin embargo no era la relación física por si misma, sino lo que determina esto en las construcciones simbólicas y las subjetividades de los habitantes, y de que manera interceder en ella. Se invitaba a estudiantes de distintas carreras con un discurso integrador, pero la concentración fue arquitectónica de tendencia moderna en el pensar.
Muntadas en sus obras reflexiona en torno a los fenómenos sociales desde un principio crítico, para esto se relaciona con múltiples soportes, tanto para los emplazamientos, como para la puesta en cuestión de los mismos en relación a sus contextos. Las tecnologías que utilizamos para el desarrollo y la transmisión de información y posible conocimiento es un tema que aborda. Este tema es de suma importancia en nuestra actualidad, y en la coexistencia en la construcción delicada entre los límites de los antiguos análisis entorno a lo público y lo privado. El caso del tema urbano hoy no se construye sin las relaciones con la tecnología de este tipo y de otras. La virtualidad de las relaciones humanas es un tema muy importante en las subjetividades que genera (y que están por generarse) y en la prospección inevitable que generará (en lo global) en la relación y construcción del tema urbano tanto físico como “invisible”. Esta importante cuestión no creo que se le pase por alto al invitado Muntadas, sino a la planificación de los anfitriones, quienes prefirieron encausar la experiencia del expositor a los planos de las ejecuciones físicas, como si estas se construyeran hoy a partir solo de esa experiencia (obviamente pasando estas por las relaciones sociales y políticas que se mencionaron rápidamente). Por ejemplo la instrumentalización del miedo (que es uno de sus temas) se relaciona directamente con los fenómenos de aislamiento en los ciber navegantes. Quizás pensando en valparaíso, aún puede ser pertinente el encuadre de análisis que se planificó, pues las relaciones del habitar aún se construyen a pulso, y donde no hay investigación seria en torno a los fenómenos de las nuevas relaciones que se están generando en torno a las tecnologías. De todas formas creo que no se puede desaprovechar la experiencia de un invitado como Muntadas en estas cuestiones y es lo que extrañé escuchándolo.
La gestión del anfitrión fue calculada, ordenada. Esto en muchas ocasiones puede sonar muy bien (sobre todo si consideramos muchos desórdenes de estudiantes y artistas visuales), pero en ocasiones como la que menciono deja vacíos que pueden ser importantes.
Un ejemplo diferente, por no decir contrario, es lo que ocurre con muchas gestiones, pero mencionaré, particularmente, la del encuentro de arte sonoro Tsonami. Primero se genera una información incorrecta a las personas interesadas en asistir a los encuentros, y que no se informan mayormente de los términos empleados en las artes, me refiero al nombre del encuentro: “encuentro de arte sonoro”, siendo la música lo que más tiene el encuentro; esta puede ser experimental, de improvisación, etc. pero música en su gran mayoría. Arte sonoro, como investigación y posibles emplazamientos se inicia, como intento, el 2008, y el 2009 se trata de incluir cualitativamente aún más, pero el grupo es dividido en consideraciones personales de intereses de gusto, y digo gustos porque cuestionamientos estéticos no existen, menos políticos en su planificación. Solo es hacer lo que mejor se considera, provocando la división de tres instancias que intentan convivir, pero con un desconocimiento fuerte por parte de un grupo del equipo en lo que concierne a lo sonoro duro, pero aceptándolo como curiosidad de variedades y “tirando todo a la parrilla”. Esta situación, en ocasiones, genera ciertas condiciones de posibilidad no cerradas que se tornan interesantes, sobre todo en la vinculación con ciertos invitados al encuentro. La gran mayoría de las personas que han estudiado música en instituciones o en forma autodidacta, por lo menos en chile, no se enteran siquiera las posibilidades e intereses de lo sonoro en el mundo, pues por lo general se interesan por la creación de “obra”, en los límites experimentales que sean, relacionadas con la composición o la instrumentalidad. Entonces Tsonami no comunicamos bien las intenciones, y no puede aún, pues internamente hay diferencias por las formaciones de estudios que terminan haciendo anacrónicas ciertas áreas del proyecto, tanto por el tipo de trabajos convocados, como por la falta de reflexión en torno al problema.
Un ejemplo “intermedio” se pueden ver en muchos “proyectos espectáculos” como teatro container, donde el charquicán de propuestas no es tanto un vacío que se les escape como planificación de proyecto, sino parte de algo pensado dentro del efectismo ruidoso, donde la mezcolanza es parte de una estrategia de bombos y platillos, que en este caso son los soportes del proyecto: los container. Y esto, lamentablemente, es lo único que tienen: el soporte, que no entra en problemas de ni un tipo con respecto al traslado, la mercancía, la habitabilidad, el intercambio, los cruces aduaneros, etc. Si realizaran esto sería demasiado “fome” para la masa que esperan. De todas formas no se si saben bien en el terreno lectural que se meten al usar los container. Al parecer es una idea liviana efectista, pero no me refiero a posibles trabajos particulares, sino al proyecto en conjunto.
Volviendo al ejemplo de tsonami, he observado ciertas aperturas de posibilidades, como mencionaba antes, pero los contras también son claros en la incomunicación y en el no tener un proyecto definido y claro en lo que concierne a los conceptos que se involucran. El caso del ejemplo de los anfitriones de Moscada se podría ver inverso, donde el intento de tener claro las estructuras conceptuales a tratar la hace una instancia muy clara y ordenada en lo que pretende, pero se le escapa, en esa forma, eso inexplorado y, aveces, desconocido que puede generarse, y que se dan en las libertades de ciertos proyectos con ideas inacabadas. Se corre el riesgo de descalzar la línea si Montadas relaciona el tema de ciertas tecnologías y problemas relacionados con lo social en esto, pero ese riesgo (que no es tanto creo) deja abierta la posibilidad de conjugación de cosas que pueden cruzarse todo el tiempo y que se vinculan como temas separados, cuando considero que no lo son.
El tener en cuenta estas variables es discutible, pero claramente existente. Esto es delicado, pues los límites para darse ciertas libertades irresponsables o retener formas de control conceptuales no se saben hasta que se aplican, o mejor dicho, hasta ver ciertos resultados “pragmáticos”.