La construcción de soportes subjetivos en la inclusión de nuestras vidas para sostener, momentáneamente, una idea a desarrollar, cualesquiera sean las condiciones histórico territoriales, pasa por el principio (no siempre) de la utopía, la cual, desde la apertura y conocimiento del arte, se lleva a cabo en las posibilidades de su disolución irrealizable, hasta las concreciones materializables que nos invitan a generar todas las posibles discusiones y abarcamientos analíticos al respecto para su inclusión o rechazo en el campo que interese o convenga de acuerdo a una “economía abierta“. Sin embargo las posibilidades creativas son mucho más abiertas que esto que se lee recién. En este escrito la concentración va dirigida a campos de concreción, pues, en este contexto, hacer ambiguo lo que ya es ambiguo solo nos disgrega y aleja de los diagnósticos que queramos localizar dentro de una temporalidad determinada o no.
Quisiera mencionar que Concepción (chile) es una ciudad increscendo en las inquietudes actualizantes del arte. Los soportes de discusión en este aspecto son muy importantes y necesarios. Sin embargo existen una serie de consideraciones que quiero mencionar con respecto a lo delicado de este punto, y que he tratado en otros textos por ser un aspecto que considero importante y actual dentro de la coyuntura en que se encuentra Chile, sobre todo regiones, sobre todo hoy las más inquietas, o que comienzan a inquietarse.
Para entrar en terreno, se puede hablar y escribir mucho sobre las consideraciones que habría que tener en cuenta, desde ciertas pautas referenciales a seguir, para acercarse y desarrollar, de alguna manera, arte contemporáneo (o lo que entendemos hoy como tal). Pero estas consideraciones metodológicas, como son las inclusiones de “madurez” académica, inclusión en las materias del arte lo que corresponde a metodologías y sistemas de aplicar un ejercicio, etc. son lo que se denomina “actualización“. Estas y más, sin embargo, tienen una proveniencia distorsionada en regiones de un país como chile con respecto al modelo de mirada internacional. O sea, los ejemplos paradigmales de significación simbólica de la actitud local hacia una realidad internacional, en este caso (de mi planteamiento) son insuficientes si se intenta mirar más extenso que un tiempo determinado como serían 4, 5, o más generaciones de trabajadores de arte, sobre todo, repito, en regiones de Chile.
En este aspecto no es suficiente relatar sucesos territoriales, políticos, etc. de un sector aplicando las mejores posibilidades matérico simbólicas del arte, usando las mejores actualizaciones internacionales que se conozcan para relatar un problema sectorial por ejemplo. Lo necesario, creo, es la búsqueda e incorporación de las mismas “realidades” y “subjetividades” del sector y significarlas, de tal manera que el posible relato o lectura sea una construcción implícita en el proceso. Se signifique desde su propia politización: la que construye la significación creativa.
Siempre en este punto menciono, sin embargo, la importancia del diálogo “global”, de la interacción con todos los territorios posibles dentro de la pertinencia. Esto desde el ejercicio de laboratorio en que se encuentre una comuna, para compartir y comparar experiencias con el resto de las experiencias del mundo. No hay que intimidarse con la historia y el peso que se ejerce en la inclusión de formas abiertas paradigmales para el arte. Se deben estudiar? claro que si…pero dialogando con el estudio…. no aplicando pasiva y desesperadamente nuevas significaciones para intentar ser leído por pares céntricos; no adecuar la investigación de laboratorio sectorial para la comprensión signica que “la exige“, sino comprenderla para analizarla y cuestionarla. En santiago es demasiado tarde, aunque se considere el proceso que se ha llevado a cabo desde la década de los 90 hasta ahora, el cual es interesante y cada vez más abundante en cuestionamientos críticos de artistas jóvenes. Sin embargo, dentro de la interacción de pares y de excluyentes en que se desenvuelve esta ciudad, junto con la incorporación histérica de actualización competitiva, se encontraría más alejada de la posibilidad de diálogo signico en que se encuentran muchas regiones del país. El problema es que en regiones no se conoce este privilegio, (el problema es que casi nadie lo cree a cabalidad) pues la constitución de escenas céntricas es más sólida y consolidada, pero esto no dice nada en relación a las posibles prospecciones y construcciones de ellas que nos sobrevivirán. Las posibilidades para la construcción de nuevas y justas subjetividades abiertas en el mundo se darán, y se está dando ya desde lo que ha sido callado dentro de las construcciones modernas de dualidad separativa. Acá se ve lo femenino en el mundo, acá también se ve Latinoamérica en el mundo.
chile, desde su adopción económica y la construcción de imaginarios y subjetividades que se generó desde esta adopción, se ha convertido en un extraño territorio extremadamente híbrido, siendo uno de los más (sino el más) pasivos países en lo que concierne a la búsqueda y estudio de "lo latinoamericano", por lo menos desde la economía, que es el aspecto materialista del asunto. En este sentido santiago es el mejor ejemplo concretizado. Regiones también caminan por la misma senda, pero la diferencia es aún muy notoria, aún existe una potencia posibilitante enorme. En este punto mencionaré que: lo más potente que puede quedar (no desde la nostalgia) como planteamiento del diálogo latinoamericano se encuentra en los Bordes de chile. No como anacronismo desde la mirada moderna, sino como el potencial para salir de ella.
Los intentos de sustentos culturales como son la potenciación de aparatos del estado, instituciones en general, museísmo, galerías de arte (en la aplicación literal del término), etc. son claramente deficientes y lentos de acuerdo a los procesos comparativos. Esto notoriamente en regiones. Pero, también estas instancias, hasta la más independiente galería tradicional de arte, son reflejo explícito de una conjugación conformada de acuerdo a experiencias histórico culturales. Y, aunque desde la experiencia, el aumento de calidad y cantidad de estos lugares o espacios abiertos (excluyendo en este caso el Estado para mí) contribuye significativamente en los imaginarios y los conocimientos graduales de una población. Sin embargo no es la principal “meta” para las construcciones simbólicas en ciudades o pueblos de borde.
En este aspecto, el trabajo desde la desobediencia puede ser interesante a través de los comportamientos del día a día; replanteamientos de la estructura misma de la protesta por ejemplo, las facturaciones creativas y sus posibles materializaciones en sus puestas en crisis, no dentro de su tautología sino en el terreno del movimiento socializable: la “estetización” de una relación política local como otro ejemplo.
Es necesario aclarar que lo escrito aquí no se relaciona con una separación lineal de un aspecto contra otro del problema. Si bien hay una especie de separación en la conjugación de la forma de tratar el problema, lo realizo con el propósito de hacer claro el subrayado de la idea en un breve texto. Y si bien, todos los posibles centros del mundo establecen la separatividad conceptual y práctica de casi todos los no centros del mundo, y los planteamientos que escribo se podrían leer como parte de la misma construcción desde la otra polaridad, lo que planteo es que: realicemos la construcción que realicemos, desde los territorios de subversión signica, o de los terrenos de construcciones posibilitantes como en regiones, podamos entrecruzarlas con la comunicación excluyente, o sea con los constructores subjetivos de centros, pero no para ser otro centro, sino para la oblicuidad, puesta en cuestión, o puesta en crisis de las mismas decisiones que se tomen y de las mismas relaciones que se ejerzan entre todas la comunicaciones posibles de un mundo creativo.