31 jul 2013

La editorialidad es una de múltiples opciones “regionalistas” de arte contemporáneo

Empecemos aclarando algo de importancia sustancial: el arte contemporáneo no es una línea definida dentro de marcos de acción pre, o establecidos como estructuras de funcionamientos para acceder a situaciones críticas y reflexivas en torno a una realidad, cualquiera esta sea. Lo que si concedo es que pueden existir hipótesis o tesis en torno a las formas y movimientos que se pueden requerir para conjugar sinergias que llevan a lo que podríamos llamar contemporáneo en las artes; dentro de estas se encuentran variadas maneras de acuerdo a cada psicogeografía mundial.


No comparto la insistencia unívoca regionalista del articulador Justo Mellado de pretender que “la única forma” de acceder o incorporar mecanismos de contemporaneidad es con movilizaciones editoriales (no desconozco su intento y su gestión en torno a la articulación que no se había realizado en la región con respecto a la revisión y ordenamiento de ciertos grupos y artistas que se encontraban flotando por ahí, jugando a una organización; y que, por favor, esto no se confunda con plantearle, precariamente, dificultades a su gestión). No niego que esto sea una forma plausible y muy necesaria en respuesta, y en formación en lo que se solió llamar, una vez, entrecampos (muy pertinente como intercambio relacional regionalista), pero mantenerlo como “la forma” de acceder a ALGO es un error prospectivo de un futuro no tan lejano. El fetiche de la tinta en papel es solo eso: un fetiche. Conozco demasiadas personas inteligentes que viven esto, pero no ven los paradigmas de una futura potenciación del posible archivo virtual (y ojo, el texto en un papel también es una virtualidad, solo que milenariamente antigua en su defensa). No cuestiono esto de raíz; también considero que la efectividad en la región de Valparaíso no tiene muchas otras opciones de inscriptividad. Pero ese es el punto importante que quiero mencionar: la inscriptividad. Los desechos de una contemporaneidad de un capitalismo tardío, y también cognitivo, muestran las ignorancias locales que ni siquiera alcanzan a ver el postulado de la editorialidad como recurso de estructura sólida de sujeción simbólica crítica. Pero yo voy más allá de esto. La posibilidad de ejercer y acentuar mecanismos simbólicos de lo que podría ser la emancipación, en el amplio sentido, no pueden sujetarse en la reglamentación de la oficina de arte contemporáneo, porque? Porque esto obedece a formas atingentes, a resultados historiográficos de problemas centro periferia semi resueltos. Lo contemporáneo debe articularse en una gama compleja de complicidades y articulaciones más allá de lo necesariamente tripartito o funcionariato oficinístico de artistas que ya pasaron por la estructura mental de la fondarización y ahora se pretenden oficinistas-investigadores y críticos del aparato cultural.

Muchas de las formas de efectuar una tensión con la estructura cultural desde las artes se da desde variadas formas posibilitantes. La invitación es a crear esas formas y no a decir cual es el mecanismo estructural simbólico de ejecución, eso es absurdo. Se puede ejercer el oficinato y ver que ocurre (creo que es un muy buen intento programático), pero no es “la formula” contemporánea de acceder a la realidad donde nos encontramos en el mundo los que leemos esto en este momento vivos.

Los intentos de gestión de artistas, si bien no son un logro constitutivo, no es la instancia para, carismáticamente, plantear, cuasi la formula de la contemporaneidad, el oficinato que planteo. La creatividad se moviliza y manifiesta de muchas maneras, y no quiero subestimar mis posibles coetáneos inteligentes y creativos en las posibles nuevas formas de acceder a la creación de mundo fuera del fetiche izquierdista clásico, sino desde una redistribución abierta de los contenidos y aplicaciones del conocimiento, creatividad y astucia en torno a lo que escapa a una unívoca fórmula programática.

La editorialidad es un engranaje necesario dentro de una articulación compleja que debe (re)definirse y discutirse para, seriamente, debatir en torno a una posible contemporaneidad, no solo regional, sino nacional (por el momento, pues la idea, como siempre es la internacionalización, pero no como un alcance sublime, sino como un alcance más, fuera de la victimización de la dificultad y la discriminación).

Escribiré en un próximo texto sobre lo que quedó pendiente en el anterior texto sobre los espacios de arte, como desarrollo fuera de la legitimación parental de un maestro, o la falsa negación de intentar pertenecer a una endogamia caduca.