La temática Arte Política en la quinta región (y también en casi todo el país), se relaciona o, mejor dicho, se desrelaciona disciplinarmente. Con esto quiero decir que la tendencia generalizada que se da desde las agrupaciones colectivas ligadas a ciertos principios políticos en su accionar en la comunidad, sin un rigor en los estudios más especialistas de la teoría o historia de la cultura o las artes, hasta las muestras de estudios más especializados disciplinarmente en este campo, aún establecen ciertos tipos de dialécticas separativas en la "norma" con respecto al accionar artístico contemporáneo y las "urgencias" político sociales (y de conciencia de estas).
Por otro lado esta la gama de trabajadores culturales, o nominados artistas, que, a partir de las inclusiones o relaciones que realizan con las problemáticas políticas, también las dialectizan separativamente desde una mirada "anecdótica", hasta las inclusiones en el campo político de acción, pero desde su separatividad, es decir, plastificando el contenido político (y no integrándolo desde la plástica misma por ejemplo), o sea, el campo de esa política específica es estetizado plásticamente; en palabras simples: "decorándola". También se pueden ver las extensiones de algunos con respecto a la cercana historia central de las artes en Chile, cuando el trabajo político en este campo era una necesidad contingente (en pleno gobierno militar). Sin embargo, estas extensiones actuales de trabajadores de arte casi se pueden ver como una prolongación anecdótica (sobre todo durante la década del los 90, principalmente en Santiago) de las referencias "elongadas" del ejemplo de la Escena de Avanzada. El supuesto accionar político en este caso, desde las artes, no conlleva la potencia del intento de experimentación actualizante, es decir, contemporánea. Esto, incluso viéndolo como el crear políticamente, "separado" del crear para una política determinada.
En ninguno de los dos casos, el de trabajadores desde el accionar político (con la fuerza o debilidad que sea que tengan desde el poder) ni en el de llamados artistas, se integra, conceptual ni prácticamente reflexiones o ejercicios metodológicos que vehiculen o hablen de una "realidad" política, entendiéndola como ligada, desde las subjetividades que nos caracterizan como individuos y sociedad, es decir, la compleja gama de interacciones de conformación de lo nuestro social (inmediato y general) desde la evidencia de nuestro constante desconocimiento de vida y que nos lleva al universo de las mencionadas subjetividades y sus posibles movimientos de acción, que es uno de los campos del principio heredado de la artes.
Cuando se cuestiona la crisis del arte político posterior al gobierno militar, se entra en una compleja discusión sobre lo político, como pregunta, en este caso, y de que relación tiene el arte en esto. En este punto, y de acuerdo a la actualidad, puedo hablar de tres instancias, y las relaciones que se establecen entre ellas: una es el Estado y su consecuente y pasiva inclusión en el aparataje de una modernidad tardía de mercado; otra es la institución (débil o arraigada) de traspaso de comprensión de las artes como disciplina, y otra es la autonomía o autogestión, independiente de las dos anteriores. La pasividad del Estado, y su matrimonio con los poderes de información global, (o tal vez su inclusión de orfandad con respecto a estos poderes) determinan las validaciones de los conocimientos de intereses puntuales que se dan a favor de la mantención de políticas fijas de acuerdo a la sobrevivencia del mismo (o por lo menos la ilusión de una sobrevivencia). La velocidad de la información es filtrada por este, pero se le escapa de las manos y no puede evitar su propia y futura muerte, dada por los sistemas actuales de economía y sus mecanismos de ampliación global. La segunda instancia, la de las instituciones culturales y de validación del discurso desde la academia, pasan, en su mayoría, por la adecuación competitiva, tipo empresa, que tiene que ver con la misma adopción del Estado que mencionaba, ligada a la sobrevivencia económica y búsqueda de poder de la misma. En este caso entra en detrimento casi todo posible cuestionamiento crítico, reflexivo, "experimental" que pueda dirigirse hacia la interacción, adopción o negación del sistema de información que dictamina la velocidad de la economía global y sus sistemas de poder que lo sustentan. Esta instancia disciplinar no potencia posibilidades hacia una inclusión política, o cuestionamiento político, sobre todo si nos damos cuenta que los lugares académicos, dentro de su núcleo de poder (que podría ser lo que se instaure como su potencial político) no plantean, ni práctica ni teóricamente, formas de relacionarse, desde el arte, con los sistemas que los determinan, o sea, las posibilidades de posturas identitarias al interior de la visión académica son muy débiles con respecto o en comunicación crítica con los poderes que mueven las informaciones sociales políticas mucho más potentes y rápidas que estas. En este caso no se intenta una relación "efectiva" (desde la dialéctica dominante–dominado) con respecto a lo que Bourdieu llamaría el "campo". Esta misma instancia, lamentablemente, tampoco promueve, entre los estudiantes, o quienes se vinculen a la aprobación de la lectura académica, planteamientos que impulsen a una visión crítica, desde las subjetividades, o desde una posible estética, que lleve a quienes se eduquen en ella a relacionarse con el entorno de vida social, o incluso existencial desde el darse cuenta activa y metódicamente de la realidad de influencias de poder en que se está inserto y desde donde se pisa, como fragmento "intertextual" de vida.
La tercera instancia, una de las que más me interesa, es la posibilidad de la "independencia" autogestionada. Esta es una de las más complejas, pues, el logro de una independencia en estos asuntos conlleva dicotomías y paradojas intrínsecas a la misma gestión. El problema de la independencia, en este caso, se nos presenta como la pregunta de la misma. Pondré un ejemplo general: no pocas organizaciones, colectivos o agrupaciones de carácter social, de impulso y ayuda comunitaria, que se plantean críticamente anti Estado, anti sistema, reciben o han recibido fondos, en alguna ocasión, de las mismas entidades que cuestionan. Si ponemos el caso de una de ellas, en crisis financiera que le determinará una vida a punto de acabar, y el aporte del Estado le permite continuar con la perdurabilidad de la gestión, o sea, con la continuidad de una ayuda social, ¿cuál es la consecuencia? Si en el caso de responder a un ideal, se rechaza, en el momento preciso, el aporte de las instituciones que estos critican, y por este ideal las condiciones prácticas de ayuda que ellos generan se terminan o bajan, considerablemente, o "disminuyen" los alcances en que se encontraban ¿cuál es la consecuencia? Tal vez una posibilidad (momentánea) referencial decimonónica se pueda ver en Thoreau cuando nos dice que declara en silencio la guerra al Estado a su manera, aunque siempre hará el uso y conseguirá la ventaja que de él pueda. Este "rápido" ejemplo se nos muestra, como realidad, en muchas condiciones de trabajo cultural en la quinta región, y sin ni siquiera sumarle el problema de las dicotomías(1)actuales que relacionan arte y política.
Sobre lo último plantearé otro ejemplo, pero ahora concreto. A principios de junio de este año realizamos en Espacio G el proyecto ASSCo, el cual se proponía reunir en mesas de discusión, durante tres días, a distintas agrupaciones y colectivos locales que trabajan desde lo social y político como contra respuesta al orden sistémico estatal, y las relaciones con las conductas humanas, a partir de las influencias del poder, desde el mercado. La gran mayoría de los invitados no se vinculaban a las categorías de la disciplina de las artes, es más, muchos las rechazaban por cansancio institucional o por ignorancia referencial. Uno de los principios de este proyecto era el de la crítica a partir de los distintos grupos y sus "prácticas de organización y confrontación desde los márgenes, sobre estrategias de intervención y acción en el cotidiano". En un balance de ASSCo, según mi opinión, dos cosas se evidenciaron: una, la disgregación, fragmentación en que se encuentran las distintas agrupaciones y colectivos, que si bien trabajan desde una problemática en común, y que, necesariamente, requiere de más integración cuantitativa, se encuentran extremadamente incomunicadas unas con otras, es más, en varios casos se evidenciaron rivalidades y confrontaciones antiguas no resueltas. En este caso los mecanismos de un sistema de mercado como el que cuestionan, son los mismos mecanismos que cumplen su objetivo de tenerlos polémicamente fragmentados, y por ende de poca fuerza efectiva en las practicas sociales regionales. La segunda evidencia que me mostró ASSCo fue lo que mencioné más arriba con respecto a la integración o diferenciación que se emplea, en este caso, entre dos categorías supuestamente disociadas, como serían el estudio y aplicación de las artes y la gestión social de relaciones políticas en su supuesto actuar. Esta separatividad, por lo menos en la quinta región, la he visto en muchas agrupaciones y centros de estudios como categorías disciplinarias. "Por un lado" la masa de artistas o estudiantes de arte, en lo local, se encuentran, de acuerdo a distintos niveles y comprensiones, demasiado educados(2)con respecto al posible entendimiento abarcativo o posibilitante que puede alcanzar, apropiar o extender la amplitud de lo arte, por ende las integraciones o asociaciones en donde se podría relacionar la estetización concreta de la acción como práctica política queda entendida y aplicada como una integración ajena que puede convivir con lo que se cree o entiende por arte, es decir, como algo que incluso reduce lo que puede ser el alcance de eso arte "metafísico". Por otro lado el trabajador comunitario, político, también se encontraría demasiado educado en las limitaciones del trabajo cultural, desde las subjetividades, en el alcance político de teoría y acción, llegando a prejuiciar, desde una lamentable ignorancia, ciertos alcances básicos que pudiera haber experimentado las artes en el mundo a través de su historia. La molestia sobre arte que tienen estos trabajadores (muchas veces marginales) tiene que ver, en principio, con una lamentable falta de información referencial, que también se da en la generalidad de los trabajadores y estudiantes de arte locales.
Las dos perspectivas separadas (incluso en quienes las integran) provocan una esquizofrénica rivalidad de discusión y acción vital.
Lo tratado en este artículo requiere de más profundización, reflexiva y descriptiva, de acuerdo a varios puntos, que intentaré continuar en otros escritos. Por ahora quiero concluir agregando que las relaciones no separativas no las defiendo negando los laboratorios de especificidad de "algo", sino que, desde los estudios y experiencias concentradas de un sector de análisis, por ejemplo, podría una persona o una comunidad creativa ejercer y convivir con el enriquecimiento de lo que hoy podría entenderse como multidisciplinario o transdisciplinario. De acuerdo a esto, de todas formas, los tipos de relaciones que escribía más arriba con respecto a la superficie del arte y la política desde dos perspectivas generalizadas, serían solo un ejemplo para hablar de la integración de las conductas y las comprensiones en el contexto de la vida en su "conjunto". En este caso lo político es la evidencia desde el momento en que comenzamos a relacionarlos con un Otro, con los Otros. Lo que trato de decir es que en el campo de acción en que nos encontremos, o en la situación disciplinar, o en la elección de abarcamiento existencial, o en las posibilidades de extensión de las libertades que se pretenda o se pueda, lo político se encuentra presente (por lo menos hasta ahora en nuestra dimensión de vida). Aquí el problema no es en el cuestionamiento, diferenciación, o preguntas sobre arte – política, o el arte de la política, o las políticas del arte, sino las políticas de la vida en nuestro contexto de realidad social presente, sin olvidarlo desde la "conformación" pasada (desde una "mirada" retroactiva), y su, tal vez, potencial prospección.
(1) La relación arte y política la planteo como dicotomía desde un sentido como principio integrado, es decir, desde un primitivismo no disciplinario ni desde el poder como posibilidad de vida, ni de las búsquedas subjetivas como posibilidad separada.
(2) En este caso me refiero a educado desde las determinaciones histórica reductoras en la persona.